El
sol se deshizo antes de tocar el horizonte. Como un furtivo fantasma dejó su
lugar a las primeras estrellas. Dos
palmeras encuadraron la imagen. El agua ahora oscura por falta de luz
permanecía inmóvil. Ni una brisa. La barca de un color incierto y desteñido por
incontables días yacía inmóvil. El viejo en su eterna silla de madera intentaba
ver más allá del mar. Soñando quizás con otros días.
Me
acerqué despacio, como cada anochecer le alcancé una bandeja con la cena.
Entonces buscando en lo profundo de su memoria comenzó a hablar despacio, con
trabajo, pero luego sus ojos vueltos hacia si mismo entraban a otro tiempo.
Allí estaba yo absorto escuchando cada palabra. Sintiendo viejas épocas del
caribe. Aquellas islas. Aventuras, vida, pasiones, sueños y muerte.
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