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domingo, 17 de mayo de 2015

Yo timoneé el barco del Gran Vito Dumas







Cuántas veces lo vi descansando en la marina, esperando el viento, sin sospechar siquiera que una vez el gran Vito Dumas lo navegara entre Buenos Aires y Mar del Plata. El Sirio II, uno de sus barcos aun navega. Se encuentra amarrado en una de las marinas del Club Náutico Mar del Plata. Su Capitán Andrés Domingo con mucho amor y paciencia  lo recuperó de un naufragio y del abandono.



Siempre he creído que los barcos son algo distinto a cualquier otro medio de transporte. Imagino que tienen algo así como un alma. Las huellas que en él dejaron quienes lo navegaron. Un barco es parte de nosotros mismos, nuestra propagación el mar, otra parte de nuestros sentidos. Es el viento en las manos. El sol en la piel, el sabor mismo de la libertad. Un barco tiene carácter, es nuestra casa, nuestro propio mundo. Es el único lugar donde podemos sobrevivir, frente a la inmensidad del océano. Así supongo que quien ha realizado largos viajes, singladuras y aventuras y a veces proezas, algo de su temple ha dejado en las jarcias y en las velas.



Una vez alguien me dijo señalándolo, “ese fue el barco del gran Vito Dumas” Sin creerlo llegué a su Capitán y me narró esta breve y hermosa: “El Siro II fue el segundo barco de Vito Dumas con ese nombre. Es una copia del Sirio I de 7,50 metros de eslora, con el que Vito llegó a Nueva York. Allí según sus propios relatos tuvo un percance y lo vendió. Luego mando a construir el Sirio II. Un balandro de 5.1 toneladas, 9,50 metros de eslora y 2,90 de manga. Los planos fueron realizados por Manuel Campos, de acuerdo a sus indicaciones. De esa manera Vito creó un barco casi igual que su antecesor, pero más cómodo. Con el hizo travesías entre Buenos Aires y Mar del Plata. La cosa no termina allí. El Sirio II lo adquirí en abril de 1982 y tiene una historia particular. Un día se encalla frente al Club Barracas de San Isidro. Lo sorprende una fuerte sudestada, lo inunda y lo golpea contra la escollera. Se abren dos rumbos. Queda varios días bajo el agua. Un amigo que me enseño a navegar Roberto Samastre –quien se ocupaba de reparar embarcaciones, en el Club San Isidro. Me cuenta sobre la desgracia del Sirio II. Me convence para adquirirlo y repararlo. Muchos opinaban que no se podía salvar. Así con lo que quedaba fuimos al Astillero de Italo Masoli. Con él Vito Dumas había tenido una excelente relación y le había construido el palo del Sirio I.  Y se hizo el milagro. 90 metros de tracas lineales. 2 Cuadernas. Se reconstruyó el interior, respetando parte del diseño original. Ser acortó la botavara en un metro y se colocó un botalón, ampliando así la vela de proa. Y aquí estamos navegando el barco que fuera del ése gran maestro de la navegación.” Y así termina el Capitán Andrés termina la historia, no sin antes mostrarme los planos y varias fotografías. Ya mar afuera el Sirio II corre raudo hacia el esquivo horizonte. Y el Capitán me pregunta ¿Querés timonearlo? Casi sin creerlo pongo mis manos en la caña del timón y el Sirio II nos lleva brioso y vivo por estos mares del sur.



Atrás queda pequeña Mar del Plata ¿Qué más puedo decir? La  emoción me embarga y casi siento la mágica mano de Vito Dumas sobre la mía. Quizás me mira desde algún lugar diciéndome ¡Cuídalo!
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