Nota del Autor: Esta NOVELA es el fruto de años de
trabajo, trata sobre el amor, el cariño perdido, las ausencias y todas aquellas
emociones que hacen al ser humano. Nada tienen que ver con un apoyo a ninguna
política que no contemple los derechos humanos en su totalidad. Es fruto
en parte de mi la imaginación y también de las duras vivencias de mi padre y mi
hermano en los lejanos desiertos del sur argentino. Las opiniones de los
lectores corren por su exclusiva cuenta.
Nota del autor
No
hay más escritos de Papá. Ninguna anotación posterior. Ni una sola explicación
a la familia sobre semejante aventura. Es lógico que no pudiese contar su
amorío con Frida pero el cúmulo de informaciones es sencillamente abrumador ¡Y
no dijo nada! Sencillamente cerró aquel Diario e intentó olvidar.
Trato
de pensar en aquella época en que yo tenía ocho años. No puedo recordar.
Estoy
convencido que mi hermano nada supo de Frida, ni de las aventuras de nuestro
padre con el que fuese el hombre más poderoso del planeta. Como dije Judith
menciona el nombre de nuestra hermana Ana. Que conoce por los hombres que la
secuestran y que desesperadamente quieren encontrarla.
Seguramente
Frida le escribió a papá contándole sobre la hija de ambos, aunque él nunca
habló de ella.
Recordemos
que Alejandro logra que llegue a mis manos la carta donde se menciona el nombre
de Ana, minutos antes de morir.
He
revisado una y otra vez el arcón donde encontrara El Diario y las Cartas. Los
pocos papeles que dejó papá no arrojan ninguna pista.
La decisión final
Al
final del camino cada pieza de esta historia estuvo en su lugar.
Tal
vez todo lo narrado no es cierto y solo ha sido un trabajo literario de mi
padre. Quizás el deambular de mi hermano por la Patagonia consistió solo en las
aventuras de un muchacho extraño y algo extraviado. También es posible que la
muerte de Judith nada tenga que ver con un secuestro y sus maquinaciones se
hayan debido a un ser perdido mentalmente por las brutalidades de la guerra. Y
bien puede ser que todo lo que me ha ocurrido haya sido por mi imaginación
exacerbada.
Quizás
no tenga una hermana cuya sangre encierre el secreto de la juventud. ¡Eso
deseo! Pero las pruebas son de tal magnitud que me resisto a creer que será tan
sencillo librarme de todo esto.
Así
he podido a comprender lo inmenso de la tragedia y lo que podría pasar si se
llegara a conocerse el último eslabón de la cadena, que ya no me afectaría solo
a mi o a mi familia, sino a cientos, tal vez a millones de seres.
Regreso
a mi hermano Alejandro. A su vida marcada por el abandono, el dolor y la
muerte. Recordé sus ojos mirándome desde su cama agonizando. Cuántas cosas
podría haberle preguntado antes, cuando aún teníamos tiempo.
Seres
tan disímiles, mi hermano, papá, un Adolfo Hitler, ya viejo y olvidado,
pretendiendo, desde un ínfimo pueblo de la Provincia de Buenos Aires, que un
don nadie, un simple vendedor de herramientas, como mi padre, compartiera sus
palabras de grandeza, en un gesto inútil y final, pero necesario.
Frida,
su adorada Frida, entregándosela a papá
Judith,
la esposa de mi hermano, tomando una misión para arrancarle el secreto tan
buscado. Suicidándose en un acto de amor incomprensible.
Mi
padre perdido en su necesidad de huir de mi madre.
Mi
propia madre trabajando arduamente, para sostenernos, a mi hermana y a mí, en
la vieja casa de la calle Gascón 2335 de Mar del Plata, en Argentina, mientras
mi adolescencia transcurría sin que me diese cuenta de los extraños sucesos que
estaban trascurriendo.
Veo,
el tiempo que, como fina arena, se escapa de mis manos, grano a grano. Pero es
un viaje hacia atrás, que de todas formas se mezcla con ayeres y presentes.
Estoy
parado ahora frente la tumba de Otto Luwing, en este olvidado cementerio de
Saldungaray, en la Provincia de Buenos Aires, mientras el viento inexorable me
hiela hasta los huesos. El camino polvoriento se pierde entre los tilos.
Supongo que bajo esa lápida se encuentra otro cuerpo que nadie imaginará nunca.
El
tiempo borrará también el nombre sobre el mármol. Ya nada quedará. Curiosamente
la información sobre su destino final me llegó por pura casualidad. Una vía no
relacionada con ésta historia (o tal vez sí). Lo diré: Un ex agente de
Inteligencia de la Armada, interesado en la historia, me proveyó de
documentación clasificada (parte de la cual he mencionado en parte) en la que
se indica el lugar donde “Don Otto” se convierte en polvo. Mientras el mundo lo
recuerda como el monstruo.
La
arena corre entre mis dedos. Estoy en el desván, buscándo lo que mi tío me
pidiera. El sol juega con las sombras y veo el arcón.
El
Diario corre hoja a hoja entre mis manos.
Mi
padre desde el fondo del tiempo habla de su aventura con ese viejo que
suponíamos muerto hace mucho tiempo.
Una
tumba abierta en el fango. El cementerio de la Chacarita, absolutamente tétrico,
en la furia de la tormenta. El ataúd de mi hermano, tirado rápidamente al
agujero inundado, mientras nos espían.
El
tiempo extrae recuerdos de mi mente a borbotones.
Alejandro
volviendo a Buenos Aires.
La
avidez de Olga, su segunda esposa, acaparándolo todo. Fría e insensible.
Alejandro
castigado, viajando a en un polvoriento tren hacia la Isla Leones, en el lejano
Chubut, al destacamento militar.
El
faro cómo un único y solitario ojo. Las
innumerables tormentas. Los vientos implacables. La lluvia taladrando
los techos de chapa. Las noches increíblemente largas. Las olas barriendo gran
parte de la isla. El aislamiento. Los cielos negros desbordados de rayos y
truenos, estallando en las rocas. Buenos Aires en un norte inalcanzable. Las
cartas a sus tías. El silencio de nuestro padre.
Luces
en la noche. Llamadas quizás a los U-Boats.
El
despertar de Alejandro. La llegada del primer submarino. Alemanes desde la
guerra a la Patagonia.
El
fin de la inocencia. El escape. La navegación hacia el norte.
El
cruce por la estepa hacia el Oeste. La soledad y la intemperie. Un pobre
muchacho con sus sueños destrozados. Huyendo, siempre.
El
corazón enorme de Don Eusebio, cuidando de mi hermano. Otra vez la percusión,
buscándolo.
La
separación. La inmensa tristeza de Don
Eusebio.
La
carrera hacia los bosques.
El
silencio de las noches. Los fuegos calentándolo en alguna gruta. Los inviernos
durísimos. Las aves altas en los cielos de montaña. Él mirando esa libertad
sublime. El deseo de escuchar alguna vez una voz humana. La caza para
alimentarse. Los bosques para pasar desapercibido.
El
alma añorando una mano, una caricia.
Las
largas cartas enviadas a nuestro padre.
Los
trabajos en las estancias. La vuelta a la naturaleza impredecible.
Desvanecerse, una y otra vez.
La
nieve en las montañas. Los amaneceres helados. Las pieles cubriendo su cuerpo.
Los ojos y el alma cansados. La esperanza de ver a papá.
Su
niñez, correteando en la vieja casona de Flores, en Buenos Aires.
Mi
hermana y yo, lejos de él, en Mar del Plata
Mi
padre sin trabajo fijo, deambulando por los pueblos, vendiendo herramientas.
Mi
madre, mi hermana y yo, siempre solos.
Papá
casándose con Noemí, mujer extraordinariamente culta. Gran pianista. Él
cantando arias de ópera, mientras ella desgranaba magistralmente cada nota en
el piano.
Mi
madre, amiga de Noemí aconsejándola que no se casara con mi padre, por que éste
era poca cosa para ella y luego contrayendo matrimonio con él.
La
muerte de Noemí, la madre de Alejandro, durante el parto.
Mi
padre casado por segunda vez, ahora con mi madre.
Ella
rechazando a Alejandro pequeño. Mi padre inmutable.
Más
atrás, aún más lejos. La arena resbala ávidamente entre mis dedos. El tiempo
corre en un vendaval de imágenes.
El
Coronel Cortina, tatarabuelo de mi abuela materna, cabalga junto al General,
Don José de San Martín. Camaradas, amigos, a las órdenes de la Patria Grande.
Que un día traería a otros hombres sucios por el humo de la Guerra. Patria que
mucho más tarde se vería desgarrada por la corrupción generalizada de pueblo y
gobiernos.
Tiempos
en que aquellos que soñaron con un futuro de grandeza no pudieron imaginar la
desolación sin esperanzas que traería el futuro.
Una
patria desgarrada por seres miserables. Luego, cuando creíamos haber llegado al
fin al sueño colectivo, trajeron mentiras una y otra vez, en nombre de la
democracia
El
indio, en las inmensidades del sur y de la Pampa corretea libre. Cabalgando con
el viento. Persiguiendo los horizontes.
El
hombre blanco. El maldito Juan Manuel de Rosas dando la orden de la “Solución
Final” “Dejen solo a las mujeres de menos de 20 años. Indios, indias y niños,
me los matan”
Los
malones. La resistencia. Los Caciques, cuyos nombres poco conocemos. La tenaz
lucha contra el invasor español. Los mapuches, los puelches.
El
criminal Julius Popper, un ingeniero rumano, que mataba onas por diversión.
Niños
indígenas corriendo despavoridos ante el fuego de los rémington y el filo del
acero.
¿Qué
patria hemos hecho? ¿Cuánta sangre y mentiras aún debemos soportar?
Holocaustos,
muchos e incontables holocaustos. Sí. No hubo uno, fueron cientos. Miles,
tantos como la abrumadora historia humana.
Desde
el fondo del lejano sur, antes que siquiera nos dijesen que somos argentinos,
ya se realizaron inmensas matanzas de inocentes. Luego vinieron otras.
La
Guerra, los rusos violando y asesinando a las alemanas . Ciudades reducidas a
polvo. Hombre a hombre, mujer a mujer, niño a niño. Los libertarios aplastando
cada vida.
El
ardor, la carne quemada en Hiroshima.
¿Los
judíos víctimas?, sí, unas más entre tantas.
¿Qué
hacer si la ley no nos protege?
Elegimos
a nuestros “representantes”. Firmamos el supuesto contrato social, entregamos
gran parte de nuestra libertad y luego, ellos hacen lo que se le ocurra.
¿Cómo
lograr un país de Derecho, sin exclusiones, donde la justicia sea el más
preciado bien?
Una
vez que los políticos toman el poder, nosotros, los súbditos miramos
atónitos, por las ventanas del palacio, la eterna fiesta.
Otro
poder, mucho más siniestros y sutil ha inundado el corazón del hombre. El ser
humano, que es el único que se plantea el porqué de su existencia, lleva la
carga de su propia muerte. La esperanza innata lo induce a creer sin ningún
fundamento en el después. Ellos lo supieron casi desde el comienzo de los
tiempos y procedieron en consecuencia. Fueron creando religiones. Se inflamaron
las mentes con premios y castigos. Paraísos e infiernos. Se alzaron catedrales,
y el hombre miró hacia el cielo creyendo en las promesas. Así, un poder ayudó
al otro y se potenciaron.
Hoy
creemos que vivimos en libertad y esperamos (si respetamos el estatus quo) que
tendremos nuestro premio: después de la vida. Claro que son tan increíblemente
perfectas las religiones, que nadie va a poder quejarse de la inexistencia del
infierno ni del paraíso. Sin embargo la gente seguirá creyendo, ya que es más
sencillo que la duda y menos temerario. Los gobiernos se sirven de esa
ignorancia en su propio provecho.
¿Existe
Dios?, sinceramente no tiene ninguna importancia. No al menos en los asuntos
humanos. Sufre tanto un inocente niño con cáncer, un aciano olvidado, un ser
hambriento o cualquier otra forma en que el dolor se presenta en la carne
humana. ¿A quién le importa? ¿Acaso la única manifestación divina debe ocurrir
después y no antes de la muerte? Así es claro que el Dios que creemos que nos ama y nos protege, no lo hace cuando
sufrimos. ¿Quieres llamarlo naturaleza?, está bien, quizás orden, complejidad
maravillosa de nuestros cuerpos. La música del Universo, que de la nada se
creó. Polvo incandescente, gravedad, esferas de luz formándose, girando,
brillando. Tiempos inconcebibles, eones, mundos y en uno de ellos, perdido en
el frío vacío del espacio, nuestro ínfimo y maravilloso planeta. El único lugar
donde estar. Nuestra casa, repleta de agua y de vida. ¿Es eso Dios? Tal vez. Me
gusta pensar en el orden como una ley. Pero ese Dios no es de ninguna manera el
que nos quieren vender.
No
tenemos más hogar que ésta esfera azul, terriblemente superpoblada, sin más
certezas que nuestra corta vida. Con una civilización superflua y egoísta. Con
más preguntas que respuestas.
¿A
dónde iremos? ¿A dónde?
La
decisión se acerca. El elixir de la vida. Un mundo sin enfermedades. Cuerpos perfectos capaces de auto
regenerarse. Ciento treinta o quizás ciento cincuenta años de lucidez. Nunca
más cáncer, ni malformaciones. La cura para casi la totalidad de las
patologías.
¡Un
mundo prácticamente sin médicos! Allí está la copa que podría hacernos al fin
libre ¿Libres?
Ahora
tengo en mi mente la cara de mi hermanastra, allá en el sur patagónico. La
imagino en su casa. En la soledad de la montaña, sin marido ni hijos. Esperando
sencillamente que el tiempo también le alcance y el secreto tan buscado,
desaparezca con su muerte.
Entonces
si todo esto es cierto, si no ha sido, como deseo, una extraordinaria ficción
de mi padre, Ana, mi hermanastra es seguramente como su madre. Si la encuentro
y hablo de su existencia, correrá un peligro mortal. Su vida y la de millones
de seres están ahora en mis manos.
La
raza superior puede ser ahora el hombre nuevo. Cada ser del planeta, todos.
¿Un
nuevo comienzo? ¿O el comienzo del final? ¿Tengo derecho? ¿Una vida vale más o
menos que la de millones?
¿Podré
ser tan obtuso como para creer que ella será respetada? ¿Qué graciosamente todo
ese conocimiento se utilizará para mejorar vidas?
El
viento corre por el cementerio, hace frío. Miro por última vez el mármol negro
y unas estúpidas flores de plástico.
Camino
solitario entre las tumbas. El enorme portal del pequeño cementerio queda
atrás.
Cientos
de millones de vidas, de inocentes masacrados, se han olvidado como si nada
hubiese importado.
¿Quiénes
tenían la razón en la guerra? ¿Los que ganaron o los que la perdieron? La
respuesta es sencilla, en la guerra no hay razones, solo verdugos, de uno y
otro lado.
Vuela
el polvo del camino. Levanto el cuello de mi abrigo, ahora llueve. Se ha
levantado un viento fuerte y helado que me empuja indiferente.
Bajo
el último tilo, antes de buscar la calidez de mi automóvil, me apoyo en árbol
sin hojas. Sus ramas se alzan al cielo gris como si un enorme esqueleto humano
le gritara a su Dios invisible ¿Por qué?
Cierro
los ojos y cientos de imágenes pasan asombrosamente por mi mente: Hombres
parecidos a monos matándose. Pequeñas tribus. Días de hielos, ciudadelas,
desiertos. Volcanes cambiando la superficie terrestre. Ciudades amuralladas,
templos, pirámides, ejércitos marchando. Conquistas, inocentes, fuegos. Piedras
lanzadas por máquinas. Imperios que nacen y desaparecen. Civilizaciones
tragadas por la arena y el tiempo. Dioses inertes de piedra, deidades,
creencias. Cargas de caballería, espadas, cruces, torturas, llantos, iglesias,
poderes. Reyes, soberanos, países, colonias, holocaustos, matanzas. Pueblos
huyendo, desesperación. Invocaciones a los dioses, plagas, más guerras,
naciones contra naciones. Odios, brutalidad, matanzas en masas, ignorancia.
Miradas hacia el más allá, papados repletos de oros y mentiras. Falacias,
tecnologías, destrucciones. Pilas de cadáveres, fosas, hornos, bombardeos.
Matar en nombre de la libertad, libertad en nombre del capital, capital en
nombre de la avidez. Selvas calcinadas en nombre del futuro. Fábricas en nombre
de la esclavitud. Comprar, acceder, bienes desparramados por el mundo, barcos
llevando todo lo innecesario de un punto a otro. Montañas convertidas en
desiertos en busca del oro y del carbón. El veneno nuclear desparramándose
hacia las aguas. Selvas sin verde, árboles cortados, cielos marrones. Autos y más
autos. Hambrunas, misiles, guerras en busca del petróleo. Mentiras y más
mentiras. Políticos riéndose de todos aquellos que los eligieron. La tierra
vista desde el espacio cada vez más marrón. Nuestra hermosa burbuja azul...
nuestro hogar, único y maravilloso, envenenado por todos nosotros.
Estoy
mareado, todo da vueltas, el Diario. Mi padre impasible. Mi hermano. Un viejo
gastado, en un pequeño pueblo de la Provincia de Buenos Aires. Atilo
Bebilaqua, Frida. Judith. Olga. Don
Eusebio. El Faro en la Isla Leones. Los U-Boats en nuestras costas. La base
Alemana en el Polo. Ana mi hermanastra y el secreto en su sangre. Hombres
buscando la clave última del hombre.
Ráfagas
de viento, hojas arrastradas, tierra y soledad.
Allá
se encuentra la entrada al cementerio. Cómo una gran boca, parece reírse de la
humanidad entera gritando ¡esperen! Todos pasarán por aquí, solo es cuestión de
tiempo.
La
carta náutica en mis manos, la posición del U-Boat, en las oscuras aguas
australes
¿Sobrevivir?
¿Acaso hay esperanzas?
Tengo
frío, el alma me pesa, la decisión final. La salvación para los enfermos, una
mejor vida para todos. ¿Para todos?
Imagino
a nuestros gobernantes utilizando para ellos el conocimiento, perpetuarse, es
lo que hacen siempre. Luego vendrán
desde el norte a arrebatarnos el elixir de la vida. Crearán sí, una
nueva raza, o etnia, como Adolfo quería, solo para algunos de ellos. Volverán a
mentirnos. Las iglesias hablarán de milagro y cada gota de sangre de mi
hermanastra se cotizará en oro.
Crearán
nuevos soldados, más ejércitos. Se reirán de las hambrunas del África, de los
humildes, de todos nosotros. Vendrán nuevas y más espantosas guerras. Más
diferencias que el “nuevo progreso” creará. Los reyes del mundo, sentados en
sus tronos democráticos harán lo que quieran, mientras falsos dioses serán
adorados por las multitudes. El Vaticano agradecerá a Dios y recogerá los
dineros de los fieles que esperarán inútilmente su gota de sangre.
Miles
de millones de seres en un mundo que lenta pero inexorablemente se va
extinguiendo. El verde se transforma en marrón, el azul del mar se esfuma, la
hermosa tierra, es arrasada. Los dineros se prestan a países y generan, sin
esfuerzo espurias riquezas. El capitalismo salvaje quiere más y más.
¿Por
qué voy a darles este poder?
Finalmente
la nada nos espera a todos. El vacío de la eternidad, ese es el verdadero
sentido democrático, las mismas posibilidades para todos.
Puedes
creer lo que quieras, sueña inútilmente con un más allá, la nada está ya muy
cerca.
Todo
da vueltas, en un frenesí sin límites, tengo nauseas por mí, por todos
nosotros. Por la estupidez humana, por no razonar y utilizar la maravillosa
mente que poseemos.
Veo
a un niño en una cama de hospital, sin su cabello, con tubos, siento su dolor y
el de tantos otros. Por mi piel se trepan miles de hambrientos en harapos, si sus
genes fuesen como los de Ana serían tan fuertes….
La
última esperanza, la salvación.
¿Quién
soy yo para decidir por todos? ¿Por qué estoy aquí con éste tremendo
conocimiento?
Apoyado
en el tronco del viejo árbol levanto los ojos hacia las grises nubes, ha dejado
de llover.
Más
allá, muy arriba el espacio negro se ilumina con las estrellas que no puedo
ver. Me alejo, a velocidades inmensas hacia el vacío.
¡Ahora
lo he comprendido! lloraré por los enfermos. Portaré una carga infinitamente
pesada.
Los
humildes seguirán allí resistiendo, hasta que las ovejas se conviertan en
lobos, hasta que puedan comprender cuál debería ser el camino.
Un
momento en nuestra historia en que los gobernantes rindan cuentas de sus actos
con sus bienes y hasta con su propia vida y ello no signifique salvajismo, si
no justicia. Un tiempo en que los gobernados podamos juntarnos y legalmente
echar a patadas, con un simple trámite legal a todos aquellos políticos “elegidos”
que se han vendido al mejor postor.
Sí,
lo siento tanto. La carta náutica, la posición del U-Boat se deshace en mis
manos. Los pequeños trozos son llevados por el viento hacia el cementerio.
Encontrarlo significaría que todo esto es cierto. Ahora al menos queda la duda.
No hay copias. Su ubicación descansa en lo profundo de mi mente. Está perdido
para siempre. El acero se disolverá lentamente y será cubierto por el fondo
marino.
La
última carta de Alejandro es llevada por el viento. Mi hermanastra seguirá
tranquilamente con su vida y su sangre será solo para ella.
He
elegido, este mundo no admite más personas. Dejemos que la muerte siga
reinando.
Quizás
el planeta posea algún tipo de inteligencia para hacernos desaparecer o quizás
para reducirnos dramáticamente. Aún quedan otros 4500 años millones de años por
delante. Tal vez otra civilización, otros valores en otro tiempo.
Fin
Dichos
Una
vez que terminé de escribir la historia encontré algunas frases y pensamientos
sugestivos.
Los
personajes que intervinieron en el drama han dejado su impronta en mi espíritu.
Quizás al finalizar la obra el lector vuelva a los mismos, aceptándolos o
negándolos, es libre de hacerlo, ya que de ninguna manera ha sido mi intención
modificar el pensamiento de nadie. Solo narro lo que el destino o la casualidad
depositaron en mis manos.
Las guerras me
repugnan, no solo porque en ellas muera mucha gente, sino porque las personas
que mandan a los demás a la muerte quedan vivas
Nada tan grande como
la voluntad
Nada tan frágil como
el sentimiento
Nada tan
indispensable como la libertad
Y nada tan implacable
como el tiempo
Solo se puede luchar
por lo que se ama, se ama lo que se respeta y se puede respetar lo que se
conoce.
Acerca del bien y el
mal
Me he preguntado qué
significan estas dos palabras. Si a través de los tiempos e independientemente
de las costumbres, han existido siempre acciones humanas que podamos
considerarlas el mal en forma absoluta.
Esta obra ha
soslayado el tema. Modestamente entiendo que toda vez que una vida humana o
animal es sometida, adrede, a cualquier sufrimiento, ello constituye sin duda
el mal. Si es así no cabe duda que no hubo un holocausto, existieron cientos.
Cada vez que un grupo de persona (y no importa el número) que, por cualquier
razón, hayan sido violadas en su vida, inteligencia, libertad, moral,
creencias, etcétera, ello ha constituido siempre una tragedia. Ergo: no hay
malos y buenos. Existen los seres humanos. Y así como el hombre puede ser un
Dios cuando sueña, a veces se convierte un verdugo sin alma. El porqué no lo
sabemos.
La historia la
escriben los que ganan, no los que pierden, por ello toda descripción de un
tiempo es subjetiva, arbitraria e intencionada y nos deja en la incertidumbre
de la duda.
Tal vez llegue un
tiempo en que las ovejas se conviertan en lobos y los gobernantes -elegidos
democráticamente- rindan cuentas de sus actos, con sus bienes y hasta con sus
vidas y ello no signifique salvajismo sino justica.
Un día en que la
democracia deje de ser una palabra vacía, un invento para que creamos que
elegimos y sea el ideal más puro y más noble del ser humano.
Sólo pido dos cosas:
Justicia libre del poder político y castigo ejemplar para todo el que rompa el
Contrato Social y No tener nunca más vergüenza de ser argentino. Para ello solo
se requiere algo: amar a la patria. Los
buenos tiempos llegarán entonces sin sobresaltos.
De los sentidos es de
donde procede toda credibilidad, toda buena conciencia, toda evidencia de la
verdad y ya que ellos son falaces y solo nos permiten una mínima mirada del
mundo, entonces nuestras “verdades” solo son una parodia de la realidad. Esto
es importante pues no lleva a plantearnos el engaño en que hemos vivido (y aún
lo estamos).
En el comienzo,
cuando un hombre y una mujer deambulaban ¿felices? en un Edén, el Padre realizó
la primera prohibición “No comer del árbol del conocimiento”, ya que el hombre
nunca debería llegar a saber cómo Dios. ¿Qué importancia nos trae esta
superchería? La más importante: el suicidio de la razón. La obediencia ciega y
fanática. Así la fe cristiana (y otras) han mutilado la libertad. Atando al ser
a la dependencia, al fanatismo y sacrificando toda posibilidad de crear nuestro
destino.
El dogma es la Ley.
Uno manda y todos obedecen so pena del castigo
o la recompensa extraordinaria de la felicidad eterna. Claro está que la
única certeza de la misma depende de la creencia y el sometimiento.
Quizás ésta forma de
aprender el mundo sea la consecuencia de cómo nos va en ésta sociedad planetaria.
Lo que llega a
nuestra mente, a través de los ojos y oídos, solo son falacias, muchas veces
alimentadas por aquellos que necesitan que las creamos, para mantener el Statu
Quo.
Hemos entregado lo
más preciado: nuestro libre albedrío. Perdimos la armonía y nos convertimos en
míseros seres que luego del genocidio mundial esperamos la hostia salvadora que
nos redima hasta la próxima ejecución. ¡Es tan sencillo! Solo arrepentirnos.
¡Nuestro Dios es maravilloso!
La naturaleza va
perdiendo su balance. Aunque prefiero la nada a un Dios que somete a sus hijos,
imagino finalmente que la naturaleza, el planeta mismo, tarde o temprano, nos
hará sentir su cólera. Poco importará entonces que nos arrodillemos a implorar.
El equilibrio se
deberá restaurar a pesar nuestro.
Referencias
U-Boot,
abreviatura del alemán Unterseeboot, «nave submarina» En ésta obra los
mencionamos como U-Boats o Lobos Grises.
El
estallido de la Segunda Guerra Mundial, el 3 de septiembre de 1939, sorprendió
plenamente a las fuerzas submarinas del III Reich, que apenas se encontraban
listas para entrar en acción. Hitler había afirmado que al menos hasta el año
1944 no necesitaría apoyarse en las fuerzas armadas para conseguir sus
objetivos políticos, y esa confianza en sus palabras había retrasado de forma
ostensible el rearme naval (Plan "Z"), que preveía la construcción de
una enorme flota disuasoria, en la que no podían faltar 233 sumergibles en sus
versiones costera y oceánica. Al finalizar la guerra lograron fabricar más de
1100 submarinos.
Submarinos
Alemanes “Perdidos”
Desde
el fin de la Segunda Guerra Mundial permanecen desaparecidos más de 100 submarinos alemanes de los que no
se ha vuelto a saber nada. No fueron declarados hundidos, ni se rindieron nunca
a los aliados ni a autoridad de país alguno. En los archivos, la explicación
sobre su paradero es siempre “asunto no aclarado”. Los aliados descubrieron
tras la guerra extrañas irregularidades en los archivos de la Kriegsmarine,
como lo demuestra el hecho de que algunos submarinos de última generación
llevaban la numeración de submarinos anticuados
Isla
Leones
La
Isla Leones es realmente inusual y excepcional. Hay enormes colonias de
pingüinos Magallanes, de aves marinas de todo tipo y loberías. Se acercan a
alimentarse delfines y orcas. Pueden verse mulitas mansas en sus lomas. Esta
isla se encuentra al sur de la provincia de Chubut, debajo de la Bahía
Camarones, en la boca norte del Golfo de San Jorge. Es toda de piedra con poca
vegetación arbustiva y muy espinosa
La
altura máxima es de 79 metros (donde se encuentra el faro) y tiene unas dos
millas de largo y 1,5 millas de ancho.
El
nombre original de la isla fue Barela, por el primer piloto de la expedición de
los sacerdotes Quiroga y Cradiel a la Patagonia entre 1745 y 1746, don Diego
Barela. En 1780, cuando el paquebote “San Sebastián” efectuaba el
reconocimiento del Cabo Dos Bahías, el piloto Tafor lo cambio por el actual,
debido a los fuertes ecos que los lobos producían en ese lugar. La población
más cercana es Camarones, pueblo pesquero pequeño, que abasteció a los torreros
durante más de 50 años. Aún sobreviven el almacén de ramos generales “Casa
Rabal”, en cuya fachada se lee la fecha 1901.
Para
mejorar las condiciones de seguridad de esa zona, donde había naufragado en
1899 el ARA Villarino (Que trajera los restos del General Don José de San
Martín) en las cercanas islas Blancas, el gobierno decretó la instalación de
seis faros en diferentes puntos geográficos, uno de ellos sería el de Leones.
Según el libro de navegación del balizador ARA Mackinlay en 1915
Faro
de la Isla Leones
El
Faro Isla Leones era un faro habitado de la Armada Argentina. Su ubicación es
45°03′01″S 65°36′26.77″O, en la isla Leones, frente a la bahía San Gregorio,
aproximadamente a 150 kilómetros al noroeste de la ciudad de Comodoro
Rivadavia, Departamento Florentino Ameghino, en la Provincia del Chubut,
Patagonia Argentina. La isla en la que se asienta se halla en la boca norte del
Golfo San Jorge en el mar Argentino, se halla deshabitada. Forma parte de un
pequeño archipiélago junto con la isla Península Lanaud, el islote Rojo, así
como otros islotes y rocas menores. El faro fue librado al servicio en el año
1917 con un alcance geográfico de 38,4 km y uno óptico de 51,2 km. Su luz emitía
un destello cada 10 segundos. Fue abandonado en 1968, siendo reemplazado por el
faro San Gregorio, aproximadamente a 3 km de distancia en tierra firme. Se
halla en la parte más alta de la isla, a 79 metros sobre el nivel del mar. Hoy
en día se encuentra abandonado, principalmente por las condiciones climáticas
más que por el saqueo humano, ya que su acceso es dificultoso.
Parque
inter jurisdiccional
Marino
Costero Patagonia Austral
Actualmente
es el primer Parque Nacional Costero. Es un Área Natural Protegida ubicada en
la zona norte del Golfo San Jorge, que comprende territorio costero, insular,
marino (lecho y subsuelo), y su espacio aéreo, abarcando desde Isla Moreno
hasta Isla Quintano, entre las localidades de Camarones y Comodoro Rivadavia.
Posee
una extraordinaria diversidad de fauna ya que es hábitat de lobos marinos,
pingüinos y cormoranes entre otras especies. Algunas de las aves marinas que la
habitan, poseen este lugar como único sitio de reproducción. Esta zona también
abarca uno de los sitios de reproducción del langostino patagónico. Allí se
alimentan y se reproducen numerosas aves marinas y costeras y mamíferos
acuáticos. Es lugar de paso de más de 38 especies de peces.
La
finalidad de este Parque es la creación de un espacio de conservación,
administración y uso racional de especies marinas y terrestres y sus
respectivos hábitats.
Creada
el 16 de agosto de 2007 mediante la firma de un tratado entre el Estado
Nacional y la Provincia del Chubut, estableciéndose un manejo en conjunto,
entre la Administración de Parques Nacionales y la Provincia del Chubut.
La
superficie total del Parque Marino es de 132.124 hectáreas. Según sus
componentes, la superficie marina del mismo es de 79.080 hectáreas y la
superficie insular es de 18.928 hectáreas. Su superficie continental 34.116
has. La longitud costera es 180 Km. y la cantidad de islas que comprende es de
39, más 6 islotes. En Camarones se encuentra la oficina de Parques Nacionales
con sus respectivas autoridades locales.
Museo
Perón
Es
un museo dedicado a los años que los Perón pasaron en Camarones, donde Juan
Domingo Perón era un niño. Esta obra, realizada por la provincia, data del año
2007, suma casi 500 m². Ocupa el mismo predio donde se asentó la histórica
vivienda. La colección exhibe objetos que aún permanecían en la zona; con la
colaboración de familiares, militantes y amigos, se sumaron piezas únicas
provenientes de diferentes puntos del país que fueron recolectados por la
Secretaría de cultura de la provincia y que hoy jerarquizan la muestra. También
hay fotografías y manuscritos de relevancia, en la historia del movimiento
justicialista, destacan entre una gran cantidad utensilios, ropa, juguetes y el
mobiliario que acompaño a la familia en
estas tierras sureñas.
Podrá
consultar otras publicaciones del autor
e
informaciones y documentos sobre el presente libro en: http://narracionesenlinea.blogspot.com.ar/
Biografía del Autor
Germán
Gustavo Diograzia. Argentino, marplatense
Ha
escrito un libro de cuentos, 2 novelas y numerosos ensayos.
Incursionó
brillantemente en el campo de la poesía, obteniendo el Primer Premio Municipal
de Literatura de la Ciudad de Moreno, Provincia de Buenos Aires.
Actualmente
es columnista de la Revista Tiempo de Fondo.
Ha
presentado su Obra “La Nada y otros relatos” en la Novena Feria del Libro de
Mar del Plata, 13 noviembre del 2013
Presentación
de su Obra “La Nada y otros relatos” en el Centro Cultural Osvaldo Soriano de
la Municipalidad de General Pueyrredón, en Mar del Plata, en el 2013
Firma
de ejemplares de su obra “La Nada y otros relatos” en la 40 Feria Internacional
del Libro en La Rural, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en mayo 2014
Exposición
de Obras en el Festival Azabache, mayo 2014 Mar del Plata
Trabaja
actualmente con la Sociedad de Escritores Marplatenses (SEM)
Es
un viajero inagotable y un enamorado del mar en todo el sentido de la palabra.
Buceador y amante de las profundidades, es también un navegante que busca estar
más en la inmensidad del océano que en tierra. Justamente esos hechos le han
permitido adentrarse en las más apasionantes historias y relatos para luego
transmitirlos al lector ávido de sensaciones.
Obras Publicadas
La
Nada y Otros Relatos (2013)
Charlas
con Adolfo 1958 (2014)
El
Secreto del Mono (2014)
Publicaciones en la
Revista Tiempo de Fondo
Número
13: El Pirata Negro.
Número
14: El Viejo y el Mar. / Los Mareados.
Número
15: La calidad del agua a bordo / El gas en el barco
/
La Odisea de Shackleton o la historia de un gran navegante.
Número
16: Cuidado con el gomón.
Número
17: Cascos en terapia intensiva / Hombre al agua.
Número
18: ¡Átame! / San Andrés la Isla de las mil maravillas.
Número
19: A la hora de defenderse.
Número
20: Malditas filtraciones.
Número
21: Cuando la navegación se hace extrema.
Número
22: No se achique con las bombas.
Número
23: El traje que salvará su vida.
Número
24: El barco que tiene alma
Número
25: El último mensaje
Número
26: Los hijos del sol
Número
27: Naufragios con alma y vida
Número
28: Capitanes eran los de antes
Número
29: Titanic: Una historia argentina
Número
30: Una carta desde el abismo
Número
31: El misterio del “Mater Dei”
Número
32: Un amor pirata / La comida a bordo
Número
33: Vino para quedarse
Número
34: El cementerio de esclavos
Número
35: Lobas de mar
Número
36: El Lobo Perdido
Número
37: El Barco y los muertos
Revista Bienvenido a
Bordo
Julio
/ Agosto 2010: Navegación Extrema en Mar del Plata
Noviembre
/ Diciembre 2010: Caribe Profundo
Publicaciones On-Line
Plegaria
del Marino
El
misterio del Polaris
El
Oro del Olonés
Titanic
Una historia argentina
El
Viejo y el mar
Mi
viaje al abismo
Anne
Bonny y Mari Read Mujeres piratas
Cabalgar
las olas
El
Cementerio de esclavos
Atrapados
en el faro
Caribe
profundo
Una
carta desde el abismo
Una
singular historia marinera
Física
aplicada al buceo
Peligroso
buceo en un naufragio
Charlas
con Adolfo - Año 1958
Germán
Diograzia
I.S.B.N:
978 - 4/07/2014
Dirección
Nacional de los Derechos de Autor Expediente 5176191
Formulario
000264707 - 11/06/2014
Queda
hecho el depósito que marca la Ley 11.723
Prohibida
la reproducción total o parcial sin autorización del autor
Editorial
DEMIAN 2
Impreso
en Argentina
Este
libro se terminó de imprimir en: Impresos Falco - Septiembre 2014
Excelente relato hermano. Desde Mexico con cariño.
ResponderBorrarLa historia la escriben los vencedores..., como el "Holocuento"
ResponderBorrarGracias por los comentarios
ResponderBorrarNotable relato felicitaciones
ResponderBorrarSimplemente extraordinario, gran trabajo, muchas gracias, no pude dejar de leer hasta el final
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