Decir Byrd es sinónimo del
hombre de la Antártida. El Almirante Richard Evelyn Byrd nació en el estado de
Virginia en los Estados Unidos de América en 1888, y toda su vida la pasó entre
el aire y los hielos.
Fue un destacado explorador polar, aviador y marino de la armada de EE.UU. El Almirante Byrd fue protagonista principal del relevamiento aéreo y terrestre de la Antártida desde 1928. Sus conquistas polares no están exentas de polémicas, secretos y misterios, negados por las fuentes oficiales y aceptados por otras, no menos importantes. Decir Byrd es sinónimo del hombre de la Antártida.
Nació en el estado de Virginia en los Estados Unidos de
América en 1888, y toda su vida la pasó en la aviación y en las
investigaciones polares. Experto aviador, Byrd fue pionero en desarrollar la
técnica de los amerizajes nocturnos sin referencias visuales de tierra, así
como los instrumentos de navegación necesarios para el vuelo sobre el mar.
En 1926 junto a Floyd Bennet y a bordo del avión Fokker
tri-motor, Josephine Ford, alcanzó el Polo Norte. En 1927, atravesó el
Atlántico sin escalas llegando a Francia. En 1929, con el avión Ford tri-motor
Floyd Bennet, Byrd sobrevoló el Polo Sur.
Realizó cinco expediciones a la Antártida, en ellas se
exploraron cientos de miles de kilómetros cuadrados. Personificó la imagen de
la era mecánica de las exploraciones antárticas. Hizo más que muchos en la
exploración del continente helado.
Su Vida
(Winchester,
1888 – Boston, 1957) Marino, aviador y explorador norteamericano. Pionero de la
aviación, dirigió expediciones aéreas y terrestres a la Antártida. Sobrevoló el
Polo Norte y el Polo Sur, y realizó un vuelo transatlántico de 42 horas entre
Nueva York y Francia.
Miembro
de una rica familia de colonos cuya presencia en el país americano se remontaba
a finales del siglo XVII, cuando tan sólo contaba con 12 años de edad se escapó
de su casa impulsado por un innato deseo de aventuras, con el pretexto de
visitar a un amigo que vivía en las islas Filipinas. A su regreso, Byrd escribió
un relato que asombró a todo el mundo por su gran madurez, en el que contaba
las peripecias sucedidas en la casi vuelta al mundo que hizo.
Deseoso
de seguir la carrera de marino, en el año 1912 ingresó en la Academia Naval de
los Estados Unidos. Dos años después de su ingreso salvó heroicamente a un
hombre en peligro de ser devorado por los tiburones en el mar del Caribe,
acción que le supuso su primera condecoración. Aquejado de una frágil salud,
Byrd fue destinado a puestos burocráticos que no le agradaban en absoluto, por
lo que aprovechó una lesión en un pie para pedir la baja militar.
La
entrada de los Estados Unidos de América en la Primera Guerra Mundial hizo
volver a Byrd al ejército. Se alistó en la sección de la aviación de la marina,
donde vio mayores posibilidades para dar rienda suelta a su espíritu inquieto.
Además, previó la extraordinaria importancia de la aviación a todos los
niveles, tanto militares como comerciales. En el año 1918, Byrd fue nombrado
aviador naval; más tarde, oficial de una base de hidroaviones, para acabar
desempeñando, en 1919, la jefatura de las Fuerzas Aéreas estadounidenses en
Canadá.
Ese
mismo año, Byrd fracasó en su primer intento por sobrevolar el océano Atlántico
de oeste a este. En 1925 fue nombrado jefe de la sección de aviación de la
expedición a Groenlandia que dirigía el también estadounidense Donald Baxter
MacMillan. Byrd pudo experimentar por primera vez la eficacia de los aviones en
la empresa polar, cuando sobrevoló la isla de Ellesmere partiendo de Groenlandia.
El éxito del vuelo lo animó en la idea de alcanzar el Polo Norte.
El
9 de mayo de 1926, Byrd se elevó desde la base de Spitzberg, en la bahía del
Rey, a bordo de su monoplano Fokker bautizado con el nombre de “Josefina Ford”,
en compañía de su copiloto Floyd Bennet. Cubrió con éxito la misión en tan sólo
15 horas y 30 minutos, tras recorrer 1.600 km. Por semejante hazaña, Byrd fue
condecorado con la Medalla de Honor del Congreso de los Estados Unidos de
América. Al año siguiente, Byrd logró por fin cruzar el Atlántico, junto con
tres compañeros más, transportando el primer correo transatlántico de Nueva
York.
A
partir de 1930, Byrd dio comienzo a una larga serie de expediciones a la
Antártida, en total seis, que fueron las que verdaderamente le reportaron la
fama y aureola de gran explorador y descubridor. En su primera expedición,
llevada a cabo entre los años 1928 a 1930 y preparada minuciosamente, Byrd
instaló el campamento principal, al que llamó “Little America”, en la punta
norte de la isla de Roosevelt, en la bahía de Whales (bahía de las ballenas).
El campamento contaba con laboratorios, almacenes, talleres, estación de radio
y hospital.
Encargado
de cartografiar 388.300 km2 de tierras inhóspitas, en 1929 partió con su avión,
acompañado de tres componentes más de la expedición, con intención de dar la
vuelta completa al Polo Sur, hazaña que se logró con total éxito. La expedición
también hizo descubrimientos geográficos interesantes, tales como la Mary Bird
Land, la cordillera Edsel Ford, las montañas de Rockefeller y de Charles Boho,
y la exploración completa de la tierra de Eduardo VII. En 1930, fue ascendido
al grado de comandante a pesar de encontrarse retirado de la marina.
Segunda Expedición
Repetición de la Expediciones
Entre 1935 y 1939, Byrd repitió sus expediciones, sobrevoló ambos polos y construyó mapas y planos exactos de las regiones por las que pasaba. De este modo, Byrd contribuyó al total esclarecimiento y conocimiento de las dos zonas más desconocidas que aún quedaban en el mundo. En el transcurso de su tercera expedición a la Antártida, realizó cuatro vuelos de exploración y numerosos descubrimientos.
La
cuarta expedición a la Antártida, entre 1946-1947, fue, sin duda alguna, la más
ambiciosa. Byrd dispuso de toda la ayuda posible para la ocasión: 13 barcos,
varias escuadras de aviones, 4.000 hombres y 300 investigadores que abarcaban
casi todas las disciplinas científicas. El objetivo prioritario de la misión
siguió siendo de carácter científico, aunque también había uno secundario muy
importante para la Administración estadounidense: la localización de
yacimientos minerales bajo el hielo, especialmente de uranio, necesarios para
la elaboración de armas nucleares. La misión acabó en abril de 1947 y se
cartografiaron unos 325.000 km2 (1/3 de estos territorios era incluido por
primera vez en los mapas). Byrd sobrevoló por segunda vez el Polo Sur de
extremo a extremo.
En 1955, Byrd fue designado jefe del programa antártico organizado por los Estados Unidos de América, conocido con el nombre de Operación Deep-Freeze, con motivo de la celebración del Año Internacional Geofísico (1957). Pero, después de sobrevolar por tercera vez el Polo Sur, Byrd tuvo que abandonar el proyecto de su sexta expedición a la Antártida al caer gravemente enfermo. En 1957 murió en Boston a la edad de 69 años. Tanto su vida como sus aventuras y descubrimientos fueron plasmados por el propio Byrd en las obras Hacia el cielo (1928), Little America (1930), Descubrimiento (1935), Explorando con Byrd (1938), y, por último, Solo (1938).
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