¿Acaso importa ahora su
nombre? Lo conocí por pura casualidad en el geriátrico en el que llevé a
mi madre. Ella sobrevivió solo un par de meses en ese lugar. Cada día llegaba
yo por la tarde a verla.
Al principio no le presté atención. Un desecho humano más abandonado y perdido
en su propia mente. Al menos eso supuse. Observaba a cada anciano esperando
cansinamente la muerte. Hablaba con alguno de ellos, en los breves momentos de
lucidez. Pensé tantas veces que esos lugares no son otra cosa que crueles
prisiones. Nadie sale, a nadie escuchan. Él estaba allí, lo llamaban el alemán.
Me llamó la atención su conducta. Lejos estaba de padecer alguna enfermedad
senil. Yo soy navegante. Un día un amigo me llama por teléfono avisándome la
hora en que el fin de semana saldríamos mar afuera en su velero. Él escucho
cada palabra. Se acercó a mi lado. Bajando la voz dijo: - yo llegué en un
submarino, al sur del país, en el 45. Nos estaban esperando. Nos brindaron un
gran apoyo - Obviamente solo asentí en silencio imaginándome que -como otros-
desvariaba. ¡Qué lejos de la verdad! Los días pasaban y mi madre se apagaba
rápidamente. Pero cada día él me esperaba. Así escuché extraordinarias acciones
de guerra submarina. Dijo haber sido el Primer Oficial de un U-Boat (como
se llamaban los Submarinos Alemanes o Lobos Grises) Clase XXI. Sus respuestas
eran tan claras y exactas que empecé a tomarlo en serio. Cuando le pregunté
cómo podría haber llegado desde Alemania hasta el sur de Argentina sonrío
y dijo: -Tenía una autonomía de 15 500 millas a 10 nudos en superficie. 76
metros de eslora y podíamos sumergirlo hasta los 270 metros. Fue una
de nuestras mejores creaciones. Ese día, mientras las enfermeras se ocupaban de
bañar a uno de los abuelos, él aprovechó y dijo: -Voy a regalarle algo- En unos
minutos tuve en mis manos una carta náutica de la costa de Santa Cruz. Con sus
ojos profundamente azules miró la carta, luego la puerta cerrada
definitivamente y tomó mis manos. -Llévesela, ya no me sirve. Tengo algunos
motivos, usted entiende de latitudes y longitudes. Yo he vivido bajo el mar experiencias
que enloquecerían a cualquier hombre. A ustedes los argentinos los han engañado
gobierno a gobierno y hoy más que nunca. Sus manos apretaban las mías.
-Usted recuerda que, en Mar del Plata, en el 45 “aparecieron” dos submarinos
“que se entregaron” Las autoridades dijeron estar asombradas. Todo falso. Fue
una operación armada y consensuada por nuestro gobierno y el argentino. Eso no
es todo, podría darle información sobre personajes afincados en su país que lo
harían temblar- Hurgó en sus ropas y me extendió una gastada fotografía.
Cuatro hombres posaban desde el pasado. -Él preguntó ¿identifica a este Hombre?
- -Sí le dije, Himler, la Cobra. - ¿Y este otro? - No lo sé le dije. -Es
Wernher von Braun. Perteneció a las SS. Años más tarde los americanos lo
convirtieron en un héroe nacional. Nada es lo que parece. Antes que las
enfermeras regresaran a la sala, él me mostró la marca que la Carta Náutica
tenía. -Latitud y Longitud, a una milla de la costa. Allí lo hundimos. Aún está
esperando que alguien cuente la verdad- No supe que decir. Me levanté para
irme. Besé a mamá. Y le estreché la mano al alemán. Sus últimas palabras fueron:
-Por si aún no me cree llévese este documento. Es del Ministerio de la Marina
Argentina. 17 de mayo de 1945. Mientras se ponía firme y saludaba dijo- de
marino a marino, gracias por escucharme-
Mamá murió unos días después. Nunca más regresé a aquella prisión. Supe que él también murió unos meses después ¿Importa acaso su nombre?
Te ofrecemos una variedad de temas: Aventuras / Vídeos / Narraciones Extraordinarias / Novelas / Historias sobre los U Boats Y la mágia del color. Visitá nuestra web: https://germandiograzia.com/
Translate
El Lobo Perdido
Extraño relato publicado en la revista Tiempo de Fondo Número 36
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario