Y
te siento mirándote a los ojos.
Aljibes
profundos que me ahogan de pena.
Dunas,
arena en la noche africana.
Breve
respiro de los sentidos enloquecidos por el fuego.
Allí
están las piedras inmemoriales, cargando en sus espaldas el universo,
Mientras
la luna acaricia, en su juego de amor, a la pirámide.
Rígida
trigonometría de los hombres perdidos en el tiempo, y el desierto se abre en la
perfección de la roca, que encierra en su seno la sombra de los hombres.
Y
te miro en el marco infinito del silencio.
Acaso
tu música, lenta, calma me alcance entre fragor de espadas, sangre y lanzas,
Amalgamando
arena con esclavos y hombres ciñendo coronas de sangre.
Piedra
a piedra, vida a vida te levantas hacia el cielo que durante el día quema los ojos.
Y
detengo mis manos en tus manos de
piedra.
Dulce,
grande, extraña y vieja Tebas, en tus templos te sueño única en inmortal
En
la noche inmemorial de los tiempos.
Excelente relato
ResponderBorrarImagino la noche, las estrellas y la pirámide, me ha llevado a aquella época:
ResponderBorrarMe encantó la sensibilidad para llegar a imaginar un tiempo perdido
ResponderBorrarMuy buena poesía
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